En boxeo, a los combates amañados se les llama hacer tongo. No hay en ellos verdadera competencia. Son una pantomima cuyo resultado final está ya escrito. A las elecciones convocadas en España habría que llamarlas de la misma manera: tongo. Porque el resultado está predeterminado entre dos partidos y los diferentes candidatos concurren a una carrera en la que la que casi todos los participantes llevan cadenas anudadas a los tobillos, cuando no están directamente atados a un poste.
El sistema electoral español hace que la tercera fuerza en votos, Izquierda Unida, sea la sexta fuerza en número de parlamentarios y ni siquiera tenga grupo en las Cortes. Y a nadie se le cae la cara de vergüenza. Los dos partidos mayoritarios, PSOE y PP, están encantados y siguen repartiéndose el pastel electoral, con un sistema que discrimina a los ciudadanos en función de la opción política que votan. Llamar democracia a esto es un chiste.