Según la teoría del caos, el batir de alas de una mariposa en Japón puede causar un terremoto en Perú. Gestos mínimos que se expanden en una cadena inimaginable de causa-efecto y van creciendo como ciclones. No es extraño, pues, que beber un café en el Barrio Latino de París acabe desatando la guerra de Libia. Es lo que reivindica el filósofo Bernard Henri Levy cuando afirma haber convencido a Sarkozy de atacar a Gadafi.
BHL (así le llaman en Francia) se ha pavoneado, ante la convención de organizaciones judías reunidas en París, de sus méritos como partero de una guerra que dice no amar, pero que hace suya. Sus razones: los derechos humanos, el protagonismo de Francia y su “fidelidad al sionismo y a Israel”. Decía Marx que cuando la historia se repite lo hace como comedia. Por eso este sangriento filósofo que no ha aprendido nada de los horrores del último siglo resulta una grotesca caricatura del intelectual comprometido.