El género del cuento comparte con la poesía la suspensión mágica, la capacidad de percibir el vuelo de los ángeles y demonios que nos habitan, de avistar esa materia oscura de la que también estamos hechos y que, como los agujeros negros de la astronomía, contiene en su oscuridad toda la luz. Es un género de revelaciones, de prodigios.
En este feliz renacimiento del cuento pese a las mezquindades del mercado, cuatro escritoras han librado ya libros de relatos memorables: Andrea Jeftanovic (No aceptes caramelos de extraños), Samanta Schweblin (Pájaros en la boca), Guadalupe Nettel (Pétalos) y Karla Suárez (Carroza para actores). Relatos feroces, a veces trágicos hasta el desgarro, otras de un irónico humor negro, siempre deslumbrantes. A los 130 años de la aparición de los legendarios cuentos de Villiers de l’Isle Adam, muchos de los mejores autores hispanos de los nuevos “cuentos crueles” tienen nombre de mujer.