El juicio a José Bretón, el hombre acusado de la desaparición y asesinato de sus dos hijos en venganza contra su ex esposa, une al monstruoso crimen el siniestro espectáculo mediático de las especulaciones y juicios paralelos destinados a mejorar las cuenta de resultados de las cadenas televisivas.
Pero la crónica amarilla también devuelve una imagen de la sociedad, deformada no por la curvatura del espejo sino por sus propios pecados. En este juicio declarará como experto en seguimientos y análisis de telefonía móvil un asesino convicto y confeso, el fascista Emilio Hellín. Hellín secuestró en 1980 a Yolanda González, una joven dirigente universitaria troskista, y la asesinó a tiros en un descampado. Tras 14 años en prisión, salió sin una palabra de arrepentimiento y se convirtió en asesor técnico de la policía. También los aliados contrataron a ex nazis. Como si lo que sabe el monstruo hiciera olvidar sus actos.
