Con Podemos, gran parte del activismo que se movilizó el 15-M ha entrado activamente en política y esa es una buena noticia. Izquierda Unida por sí sola difícilmente pasará del 12% de votos, pero en alianza con Podemos podría constituir una alternativa de izquierda transformadora que pasara del 20% y obligara al PSOE a virar de verdad a la izquierda o a optar por una alianza con el PP, que sería su suicidio político.
Podemos tiene la fuerza de los nuevos movimientos de masas y un sentido de la política más abierto, pero le faltan experiencia y trayectoria. IU representa la lucha histórica de la izquierda, la experiencia parlamentaria y de gestión de poder en ayuntamientos y comunidades, pero arrastra el lastre de los errores del pasado. Ambos se necesitan y este resultado electoral, si los personalismos e intereses de burocracias de partido no median (o, al menos, median poco), puede ayudar a esa necesaria confluencia.