La investidura de Rajoy se ha sido un auténtico striptease de los poderes fácticos en España. Han caído las máscaras. De Felipe González sabemos ya que es el sicario político del Ibex 35. Del PSOE, que la democracia interna limita con los intereses de sus barones. Del diario El País, que es el brazo letrado de la derecha. De Ciudadanos, que es la alfombra roja para que el PP se lleve de nuevo el Oscar del gobierno. Y de todos ellos –partidos del establishment, oligarquía financiera y medios de comunicación al servicio de ésta−, que constituyen una verdadera, corrupta y sobre todo feroz casta.
Podemos tenía razón al introducir ese concepto en el debate político. La casta ha conducido el golpe de mano en el PSOE y devuelto al poder a un pésimo presidente. Y ahí están todos, en pelota. De lo que hagan en adelante aquellos socialistas que sí son de izquierdas va a depender el futuro del país. Mucha responsabilidad en plena derrota.