Camino al infierno

Jueves, 10 Noviembre 2011 04:13
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El informe del OIEA dice que Irán puede hacerse con armas atómicas, y el gobierno de Israel y las diplomacias inglesa y estadounidense colocan ya a ese país en la diana de un ataque militar. Sin que nadie recuerde que admitir que había que convivir con un adversario atómicamente armado fue lo que evitó, en la guerra fría, el holocausto nuclear, ni se escandalice por el “casual” hecho de que sean los países que tienen la letra P (de petróleo) los que suelen sufrir los rigores de los justicieros internacionales. Esos que, como escribió Cervantes en El Quijote, “donde quiera que están traen el infierno consigo”.

Porque al infierno de la guerra de los presuntos bienintencionados no se arroja sólo a pecadores sino a millones de inocentes. Y, para colmo, los empedradores de este camino infernal cuentan con la inestimable ayuda de las autoridades iraníes, que responden a las amenazas con bravuconadas y diatribas antisemitas.

Sin pena ni gloria

Miércoles, 09 Noviembre 2011 05:01
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Como en una de esas pesadillas en las que cada uno de nuestros movimientos se demora y nos arrastramos lentamente mientras el peligro se nos viene encima, así la salida de Berlusconi del gobierno de Italia se prolonga absurdamente mientras su país se hunde en la crisis.

Toda vida es una narración y la vida política del todavía primer ministro italiano tiene un mal final. La acción se demora innecesariamente y el protagonista ha dejado de interesar al lector, que sólo tiene ganas de que se acabe de una vez el relato. De héroe neoliberal a patética caricatura, en Berlusconi se resume lo peor de una época: la concentración indecente de poder político, económico y mediático como forma de corrupción de la democracia. En España, la palabra pena significa tristeza. En parte de la América Latina poblada por emigrantes italianos significa también vergüenza. La milonga chusca de Berlusconi llega a su fin y se va sin pena ni gloria.

 

Palabras

Martes, 08 Noviembre 2011 04:39
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Qué cabronas, las palabras. Tan necesarias, tan omnipresentes. Tan pretenciosas, arrogándose la capacidad de nombrar el mundo. Uno vive con ellas, de ellas y para ellas. A veces, nos deslumbran al tornar visible lo que no veíamos. Focos de luz que hacen la existencia más grande, que empujan las sombras un poco más allá, haciendo retroceder al miedo, y nos consuelan.

Pero otras veces nos enredan,  nos conducen hasta el borde del abismo y allí nos susurran: sólo un pasito más. Palabras embaucadoras en los debates televisivos de candidatos tahúres, esos que juegan siempre con las cartas marcadas. Palabras hipócritas que se disfrazan de verdades para mentir más y mejor y proclaman la existencia de armas de destrucción que no existen o la necesidad de atacar naciones por una sospecha. Claro que la sospecha es certeza en quien se ha convencido de ser medida de todas las cosas.  Qué cabronas, las palabras. ¿O seremos nosotros?