Cada día

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Si se escucha el agrio coro de voces del descontento y sus motivos: el millar de políticos encausados por corrupción, sentencias judiciales claramente injustas, limitaciones a la libertad de expresión, detenciones bajo falsas acusaciones de terrorismo o de rebelión, escándalos de nepotismo y favoritismo. Resulta muy difícil entender que no haya dimisiones en cascada y que las encuestas electorales no anuncien un cambio radical, sino más de lo mismo.

Buena parte de la explicación a este desastre seguramente tiene que ver con el lenguaje político de España, que está lleno de insultos, de chascarrillos, groserías y sandeces. Le falta rigor, análisis, enjundia y coherencia. Se dice cualquier cosa, de cualquier manera. Y los ciudadanos se han habituado a que el juego político se parezca a un reality show. Las ocurrencias han sustituido a la política. Y no se puede regenerar un país sin un lenguaje que ayude a pensar.

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La Historia nos dice que uno sabe cómo empiezan los mecanismos legales de excepción, pero no cómo terminan. Y suelen acabar mal. El gobierno de España anuncia una aplicación a Cataluña del artículo 155 de la Constitución que va a poner a esa comunidad autónoma en situación de excepcionalidad con la destitución de su gobierno, el bloqueo de su parlamento y el control directo desde Madrid de todas sus instituciones, medios de comunicación públicos incluidos. Y ya se apunta la posibilidad de que esa situación excepcional se prolongue más allá de los seis meses anunciados.

La vaguedad de la redacción del artículo 155 y la inexistencia de normativa que explicite y controle cómo debe aplicarse lo convierte, de hecho, en un cheque en blanco de poder absoluto para el gobierno de España, que está en manos de un partido podrido hasta la médula con casi un millar de casos de corrupción en los tribunales. Darle ese cheque es suicida.

Los muertos del PP

Jueves, 13 Julio 2017 11:24
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El Partido Popular ha hecho del homenaje a Miguel Ángel Blanco, asesinado por ETA en 1997, una acto de acoso contra la alcaldesa de izquierdas de Madrid, Manuela Carmena. Fundado y presidido hasta su muerte por el ex ministro franquista Manuel Fraga, el PP reproduce fielmente dos patrones ideológicos del fascismo español: la apropiación de la identidad española, que convierte en antiespañol a quien se aparta de su visión de la patria, y la apropiación excluyente del luto.

Habla de víctimas del terrorismo, pero exige trato especial para sus muertos y hace un uso patrimonial del duelo. Como dio el franquismo trato especial a los suyos, levantando el Valle de los Caídos y arrojando a cientos de miles de ejecutados republicanos a fosas comunes clandestinas por toda España. Se entiende bien por qué al PP le preocupa tanto una pancarta por su concejal muerto y tan poco desenterrar a las víctimas del régimen del que proviene.