La presencia de Rajoy en el parlamento para hablar del caso Bárcenas ha mostrado todas las carencias del actual sistema político español: Un presidente que no asume su responsabilidad política por haber apoyado a un presunto delincuente e invoca la presunción de inocencia, como si sólo quien es condenado por un delito debiera dimitir; un líder la oposición cuyas críticas están lastradas por la propia corrupción de su partido y por sus intentos de evadir su responsabilidad política cuando estuvo en el gobierno; un parlamento en el que un partido que no llegó al 50% de los votos impone un poder absoluto con más del 50% de los diputados.
Una cosa es la culpa penal y otra la culpa por errores políticos, y por eso el gobierno debe responder políticamente por sus acciones. Pero si la dimisión de Rajoy es hoy una necesidad nacional, también lo es la de Rubalcaba. Es suicida seguir a merced de este duelo titánico de irresponsables.
Que los hombres medimos y nombramos el mundo y luego pretendemos que éste se comporte conforme a nuestras medidas y criterios, es cosa sabida. Pero solemos olvidarlo y confundimos una manzana con la palabra manzana (Magritte dibujó una manzana y escribió al pie “esto no es una manzana”, pero tampoco lo es la palabra que la nombra). Por eso inventamos el paréntesis de las vacaciones y nos vamos con la idea de que la realidad misma queda entre paréntesis.
¿Cómo se las apañan los líderes políticos para rodearse de tanto incapaz? Y cuando lo hacen, ¿esa incapacidad no revierte acaso sobre ellos mismos, sobre su criterio y sus decisiones? El último caso ha sido el caso de Juan Carlos Gafo, adjunto al alto comisionado de la Marca España, el invento de marketing político con el que el gobierno pretende maquillar el rostro ajado de un país en crisis. Gafo escribió un twit contra los “catalanes de mierda” por la pitada al himno nacional en los campeonatos mundiales de natación. Un prodigio de sensatez, educación y sentido diplomático en un diplomático de carrera… militar.
La trayectoria literaria del escritor español José Ovejero es un monumento al tesón y a la coherencia. Ninguneado por la crítica en sus primeras y excelentes novelas (como la deslumbrante Añoranza del héroe), Ovejero ha seguido durante quince años escribiendo libros duros, intensos, inteligentes, de una rara sensibilidad que escapa a toda clasificación. Poemarios inquietantes, libros de viajes que parecen bisturís, ensayos que abren puertas insospechadas, como Escritores criminales y La ética de la crueldad.
Los portavoces del liberalismo proclaman las virtudes de la libertad y el pluralismo, pero condenan a los infiernos a quienes tratan de aplicar fórmulas económicas y sociales diferentes de las que ellos propugnan. Al parecer su idea de libertad consiste en que se haga lo que ellos mandan.
Una cosa es el legítimo derecho a la discrepancia, inherente a la idea de pluralidad, y otra el uso del anatema, como hace en el caso de América Latina, donde no es que se critique las propuestas políticas de los gobiernos de Venezuela, Ecuador, Argentina, Nicaragua o Bolivia, sino que se les trata como atroces dictadores. Quienes hemos vivido bajo uno sabemos que ese trato es injusto. Pero, además, es contraproducente porque no hay manera de corregir un defecto si se equivoca el diagnóstico. América Latina avanza en todos los terrenos, con aciertos y riesgos, y lo hace desde la pluralidad. Ojalá que no le arrebaten también ese tesoro.
La guinda de la tarta del desprestigio político en España la ha puesto el nuevo presidente del Tribunal Constitucional, Pérez de los Cobos. El diario El País publica que el magistrado aparece en una lista de afiliados del PP hallada entre la documentación del caso Bárcenas. Que un militante del PP presida el órgano que debe estar por encima de los intereses partidistas da idea de la falta de escrúpulos de la derecha española en su asalto al poder judicial.
Sólo desde el desprecio a la democracia y el pluralismo se puede proponer a un afiliado propio para presidir el Constitucional. Sólo desde la más invalidante deshonestidad se puede ser afiliado a un partido y ocultarlo para llegar a un cargo que esa militancia impide desempeñar. ¿Hay algo que el PP respete en su afán de poder? Ya se entiende su resistencia a convocar elecciones pese a la crisis: se arriesga a que los electores le estrellen en la cara la tarta de sus embustes.
*Link a la noticia sobre la militancia en el PP de Pérez de los Cobos: http://politica.elpais.com/politica/2013/07/17/actualidad/1374091659_457490.html
Como España es un país que se parece cada vez más a una caricatura de sí mismo (Valle-Inclán llevaba toda la razón, lo que mejor nos define como sociedad es el esperpento) resulta que existe una Fundación Francisco Franco (¿por qué no una Asociación de Amigos del Sacamantecas?) que pretende salvaguardar el honor del sanguinario dictador.
El sarcasmo nacional lleva a que no se investiguen los crímenes del franquismo sino a quienes los critican. Primero fue la denuncia contra el juez Garzón por pretender investigar esos crímenes y ahora ha sido desestimada la presentada por la Fundación del honorable asesino contra el artista Eugenio Merino por una obra en la que Franco aparece dentro de un frigorífico de Coca-Cola. En realidad esa imagen resulta benigna pues el lugar que le corresponde a Franco es el Infierno que se ganó a pulso. Donde, como escribió Neruda, le observe por toda la eternidad el río de ojos de sus víctimas.
Una idea extendida es la de que en los rigores del verano nunca pasa nada, como si el aplastante peso del calor adormeciera la Historia y ahogara los conflictos: Bastaría recordar que la Revolución Francesa fue un 14 de julio para darse cuenta de lo errado de esa idea. Este verano lo está confirmando.
El todavía presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, es ya un cadáver político. El acta de defunción se ha extendido hoy con la publicación de los sms intercambiados entre él y el ex tesorero del PP, Luis Bárcenas, después de que se conocieran los famosos cuadernos de éste con la contabilidad B del partido.
La razón del silencio de Rajoy, tan difícil de entender cuando el país entero le pedía explicaciones, ha sido aclarada: él sólo habla de Bárcenas con Bárcenas y lo hace para dar aliento a quien ha ocultado millones de euros en cuentas extranjeras y ha manejado los sobresueldos de los dirigentes populares. Ahora se sabe que para Rajoy el innombrable Bárcenas es Luis y el silencio, una manera de mentir. Es cuestión de días, pero a Rajoy sólo le queda la puerta de salida. El problema es que algunos han ayudado a abrirla para que por ella entre Aznar. Sería volver de lo malo a lo peor. Es hora de dar la palabra a los electores.
*Links a la noticia sobre los sms entre Mariano Rajoy y Luis Bárcenas:
http://www.elmundo.es/elmundo/2013/07/14/espana/1373779073.html
http://politica.elpais.com/politica/2013/07/14/actualidad/1373756549_291794.html
La imagen de Rajoy negándose a pronunciar el nombre de Bárcenas con testarudez de niño cabezón y el desfile de líderes del PP, que salen al ruedo para evitar que sea su líder quien dé la cara en el parlamento para responder de la corrupción en el seno de su partido, se justifican con un razonamiento que conviene analizar: “Quieren (los partidos de la oposición) deslegitimar al Gobierno, no explicaciones”.