El PP ha logrado su objetivo de asegurarse un poder absoluto en España: el Tribunal Constitucional, que el PP bloqueó fraudulentamente durante todo el mandato del gobierno socialista, para impedir una renovación que, dada la mayoría parlamentaria progresista de entonces, no le convenía, acaba de ser renovado con la nueva mayoría conservadora.
El órgano en teoría garante de la Constitución por encima de los intereses partidistas se convierte así en brazo legal de un partido cuyo autoritarismo está contribuyendo decisivamente al desprestigio de las instituciones políticas nacidas en el tránsito de la dictadura a la democracia. Este Constitucional, hecho a la medida de los intereses del gobierno, dirimirá asuntos que estarían resueltos hace años si no fuera por el filibusterismo legal de la derecha. Y la entrada en él del filibustero mayor, el sectario juez Enrique López y López, es un anuncio de lo que se viene.
José de la Cavada, dirigente de la organización de los empresarios españoles, ha propuesto recortar el número de días de permiso que se concede a un trabajador en caso de muerte de un familiar. Según él, dar cuatro días es excesivo porque “los viajes ya no se hacen en diligencia”. Quizá el señor de la Cavada sólo necesite unas horitas si fallece alguno de sus familiares, eso es problema suyo y de los suyos, pero su despiadado cronómetro del dolor de los otros da idea de su catadura moral.
Mientras el señor Ferrán, exlíder por años de la CEOE, rinde cuentas ante la justicia por estafa y apropiación indebida, la organización empresarial sigue apostando por mantener ese tipo de dirigente cainita, pues Cavada ejerce de responsable de relaciones laborales habiendo sido multado precisamente por humillar a sus subordinados. Aprovechando la crisis, la disposición de la CEOE a la humillación no parece respetar ni a los muertos.
El siglo XXI se está revelando como un nuevo siglo barroco en el que las apariencias engañan como nunca y la paradoja lleva camino de convertirse en figura clave de pensamiento de la retórica contemporánea, con su perro faldero, el oxímoron, enredado en las bocas de los dirigentes políticos (recuerden los célebres “bombardeos humanitarios”).
La paradoja por excelencia de esta época es que los países que exigen a otros el respeto a los derechos humanos los respetan cada vez menos. Así cunden las movilizaciones de la primavera árabe (no confundir con las guerras civiles libia y siria, que son otra cosa) y ahora turca, mientras los derechos sociales se pisotean en la Unión Europea , EE.UU. viola las comunicaciones mundiales y se persigue la libertad de expresión so excusa de la Seguridad Nacional, sustituto de la Palabra de Dios. Hay un pulso mundial entre la ciudadanía y los poderes económicos, políticos y religiosos.
Escribo esto sin saber si llegará directamente a sus destinatarios o si será leído antes por ojos extraños. Escribo desde esta bahía abierta al mundo. Hace tiempo que me pregunto por qué estoy aquí. Por qué eligieron alzarme en esta pequeña isla y de espaldas a la ciudad que se multiplica y agita con rumor tumultuoso.
Pensé primero que el propósito era que alumbrara la llegada a estas tierras de quienes venían en busca de la felicidad o huyendo de la desgracia. Llegaron por millones, pero sus pasos se perdían de inmediato a mis espaldas y entre las risas renacían pronto las quejas. Luego me dije que yo era la afirmación de un sueño común a todos los hombres, pero no he dejado de ver partir ejércitos a llevar la muerte a otras tierras. Hoy sospecho que me dejaron aquí para que no molestara, para tenerme mejor controlada. Los destinatarios de esta carta son todos ustedes, no importa dónde estén. Sepan que estoy sola y traicionada.
El gobierno de EE.UU. actúa ante la guerra civil en Siria como si pensara que el resto del mundo no se da cuenta de la hipocresía de su discurso, con una retórica quizás más destinada al consumo interno, y anuncia el envío de armas a la oposición siria porque dice que el ejército ha usado armamento químico. El problema es que esa afirmación la hace el mismo país que mintió sobre las armas de destrucción masiva de Irak y sobre el alcance de su espionaje a las comunicaciones en todo el mundo.
Obama promueve el derrocamiento de El-Asad y junto con países tan autoritarios como Arabia Saudí apoya a una oposición siria, en la que medran terroristas islámicos que cometen actos tan execrables como el ejército sirio. EE.UU. es parte del conflicto, no tiene derecho a arrogarse el papel de juez. Lo que quiere es evitar el avance de las tropas del gobierno sirio. Las armas químicas (cuyo uso se sospecha también de los rebeldes) son la excusa.
Cuando se es de un país como Italia, cuna de una cultura que ha dado a la Humanidad algunas de las mayores cumbres del ingenio, la inteligencia, la dignidad y la creatividad humana, comportarse como una alimaña, pregonar el odio y la violencia, hacer ostentación de la ignorancia y el prejuicio, une a la repugnancia que despierta ese tipo de actitudes la vergüenza de ver traicionar lo mejor de un país ofreciendo al mundo un espectáculo de bajeza y miseria moral.
La oleada de insultos contra Kyenge, la nueva ministra de integración, por el hecho de que sea negra, revela lo difícil que es acabar con la lacra racista. Pero que un líder político, como la descerebrada dirigente de la Liga Norte, Dolores Valandro, pida en twitter que alguien viole a Kyenge (y diga luego que era una broma, sumando la cobardía a su indecencia) es un acto infame que debería ser considerado como delito y que compromete a su partido. Su expulsión no basta.
La revelación del espionaje mundial de comunicaciones que vienen llevando a cabo los gobiernos de EE.UU., incluido el de Obama, es un aviso sobre la deriva de los tiempos porque las acciones de la primera potencia mundial sirven de referencia a los gobernantes del mundo entero. La actitud de EE.UU., en este caso, consiste en justificar un sistema de vigilancia que deja al de la stasi, la antigua policía política de la Alemania comunista, convertido en un juego de niños.
Según las autoridades norteamericanas, su espionaje sin fronteras es legal porque lo autoriza un tribunal estadounidense. Más allá del evidente abuso de pretender imponer su legalidad a otras naciones, lo más aberrante es que ese tribunal es secreto. Es un retorno a la época inquisitorial previa a los derechos del ciudadano. La democracia se fundamenta en el carácter público de los poderes públicos: una justicia secreta simplemente no es justicia.
El novelista Lorenzo Silva acaba de ser tildado de despistado y atolondrado por el crítico Ignacio Echevarría a causa de su opinión sobre la novela “La fiesta del chivo”. Lo llamativo no es la diferencia de opinión sino que ésta se salde con esos epítetos, propios de un tipo de crítico que practica el matonismo verbal como manera de hacerse notar y acaba siendo a la literatura lo que el eunuco a una orgía: la encarnación misma de la frustración.
Tras la concesión por unanimidad el pasado viernes del premio Ciudadano Europeo, que otorga anualmente el Parlamento Europeo, a la Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH), punta de lanza de la lucha contra los desahucios en España, el Partido Popular se ha lanzado a una catarata de descalificaciones que revela un odio sin fronteras.
La derecha española no soporta que los ciudadanos se rebelen contra el papel de víctimas que ha decretado para ellos con su política económica y social. Heredera del “Vivan las caenas” decimonónico, no duda en comparar con los nazis e incluso con ETA a quienes protestan contra la legislación que pone en la calle a decenas de miles de familias, como acaba de hacer la Juana de Arco del sectarismo, Esperanza Aguirre, con la dirigente de la PAH, Ada Colau, cuya brillante intervención ante el Parlamento tiene aún atragantada el PP a riesgo de ahogarse en sus propios vómitos ideológicos.
Es un juego tan sucio y tan peligroso y tan cruel y tan cobarde. Jugar con los más débiles, con las esperanzas de quienes ya no tienen fuerza para defender sus derechos. Jugar con las personas como con muñecos que se arrojan al trastero o a la basura cuando ya no nos sirven. El gobierno de España, animado por la Unión Europea y el FMI, juega con las vidas de los jubilados y con la del cuarto de millón de personas dependientes que han dejado de recibir el apoyo necesario para vivir con dignidad.
El gobierno está traicionando la sagrada promesa constitucional de no abandonar a los ciudadanos ante la adversidad y la injusticia, anteponiendo a los intereses de éstos los de los acreedores extranjeros y recortando drásticamente ayudas y pensiones con el refrendo de sus bien pagados asesores. Miles de seres humanos abandonados a su suerte mientras sus relojes biológicos avanzan hacia el deterioro y la muerte. Terriblemente solos.